Resumen Final. Preguntas sobre el Plan de Cultura

¿Qué idea de cultura defiende el Plan de la Cultura de Barcelona?

La idea de cultura que defiende  el nuevo Plan de la cultura  es situar a la misma como finalidad de las políticas culturales. Para ello  se basa en cuatro dimensiones  como son  obtener un crecimiento económico que proporcione riqueza, una distribución de la misma que comporta equidad,  una sostenibilidad ambiental y un desarrollo de la cultura, todo ello en base al territorio.
El nuevo plan trata de generar condiciones para la convivencia en un entorno cada vez más diverso y facilitar condiciones para la calidad de las producciones y los proyectos culturales. Considera a la cultura como un factor de desarrollo.
Autores como George Yúdice o Toby Miller han analizado críticamente ese cambio de estatuto de la cultura como recurso y las diferentes políticas públicas que lo han implementado, revisando el discurso que lo moviliza y los diferentes organismos que lo han llevado a cabo.
George Yúdice (2002). El recurso de la cultura: usos de la cultura en la era global
George Yúdice; Toby Miller (2004). Política cultural

¿Con qué otros sectores y ámbitos de producción relaciona la cultura ese Plan y por qué?

En esta nueva etapa de la cultura son muy importantes los gestores. En las últimas décadas  han aparecido gran cantidad de empresas de gestión cultural que son las más capacitadas (en principio) para desarrollar proyectos que cuenten con una cobertura económica importante.
EL plan debe ser capaz de un entendimiento entre los ámbitos que tienen que ver con  la cultura  y los sectores de Innovación, industria y turismo. En este blog hay entradas que describen proyectos de Innovación como el de Barcelona Laboratorio, un programa para potenciar los ámbitos de la expresión artística y del pensamiento y sobre el distrito tecnológico 22@.
Una vez investigada la realidad nos podemos encontrar la gran importancia que tiene la relación de las actividades de desarrollo urbanístico de la ciudad y  las asociaciones vecinales.
Sobre la gestión y el funcionariado se ha dado un caso, motivo de discusión en los últimos días  sobre la gestión de los equipamientos deportivos heredados de los juegos olímpicos del 92 por parte de los funcionarios. En el artículo de Albert Turró en La vanguardia 28-01-11, titulado «Los funcionarios no entienden de Rugby «, se refleja la situación que se puede llegar a producir cuando el principal objetivo en la gestión es el económico.

Después de los juegos olímpicos quedaron unos estupendos equipamientos y el ayuntamiento decidió que las federaciones y los clubs no eran suficiente garantía para asegurar un correcto funcionamiento de la mayoría de ellas y optó por crear un complejo entramado de sociedades entre públicas y privadas para gestionarlas.
Los Juegos Olímpicos e Barcelona aportaron enormes beneficios a la ciudad de
Barcelona. Pero también algunos inconvenientes, el más llamativo, la municipalización del deporte. La gran cita olímpica dejó como legado preciosas instalaciones que se revelaron un problema en el momento de ser gestionadas. El Ayuntamiento decidió que las federaciones y los clubs no eran suficiente garantía para asegurar un correcto funcionamiento de la mayoría de ellas y optó por crear un complejo entramado de sociedades entre públicas y privadas para gestionarlas. Al frente colocaron funcionarios con escasa experiencia y aún menor vocación deportiva, que decidieron que su principal objetivo debía ser el de cuadrar los números  económicos de las respectivas instalaciones. Se produjo entonces una aberración. La principal competencia para las nuevas sociedades municipales para salirse con la suya no era otra que los clubs tradicionales de la ciudad, los mismos que habían hecho posible el entramado deportivo barcelonés y la razón principal de la concesión de los Juegos de 1992. Con una particularidad, los clubs se encuentran con la obligación de destinar buena arte de sus ingresos a sus secciones deportivas, que no suelen proporcionar ningún beneficio económico. Una constante de los últimos años han sido decisiones municipales favorables a los clubs en beneficio de los nuevos gestores del deporte. El caso el equipo de rugby del Poblenou no se entiende sin evaluar antes los casos de Can Felipa y la Mar Bella.

¿Qué modelo de ciudad se naturaliza en el Plan De Cultura?

La culturización de la economía afecta a todo el modelo de ciudad y se caracteriza por dar identidad cultural a un contexto a través de lo que produce el sector creativo y por introducir dinámicas culturales dentro de las propias empresas.
George Yúdice nos habla de este proceso poniendo como ejemplo Londres, que se convirtió en el centro de tendencias en la música, en la moda, en el arte o en el diseño,  bajo el programa ‘Cool Britania’ desarrollado en los 90s, Londres pasó a ser un contexto donde los sectores de la moda, el diseño, el arte contemporáneo, la publicidad, etc. pasaron a ser el gran valor diferencial de su modelo de ciudad y económico.
Esos sectores se caracterizan por ser un tejido empresarial formado por pequeñas productoras, freelances, cooperativas, etc. y no grandes estudios ni grandes estructuras como la cinematográfica o los grandes sellos de la industrias discográfica. Ese tejido empresarial es el que se denominará ‘industrias creativas‘.
Dentro de las empresas tradicionales, también se introducirán dinámicas culturales para optimizar la productividad a través de la denominada ‘cultura corporativa’, es decir, una serie de valores y modos de hacer (y de ser) que están íntimamente relacionados con una marca comercial. Los trabajadores han de sentir que forman parte de la marca, han de interiorizar un estilo de vida que se forja dentro del espacio de trabajo.
El modelo de ciudad buscado siguiendo la propaganda municipal, es una ciudad compacta, donde  las empresas más innovadoras conviven con centros de investigación, de formación y de transferencia de tecnología, equipamientos culturales que pretenden preservar el patrimonio industrial.
Pero este capital simbólico que se consigue muchas veces con la reurbanización de la ciudad, pone en cuestión a las propuestas creativas que no influyen de forma directa en el crecimiento económico, ofreciendo una cultura de escaparate para el  turismo cultural.

¿Las políticas culturales de hoy trazan una línea continuista con ese Plan o han cambiado el rumbo?

Según el plan reconoce un contexto en el que las nuevas actuaciones son necesarias, sin embargo podemos hacer una crítica de algunos aspectos. En el plan los propios responsables de gestión de la cultura ya reconocen problemas como la globalización cultural.
El cambio de estatuto de la cultura abre un  marco de negociación complejo en el que hay que intentar cumplir con requisitos de utilidad y para poderlo llevar a cabo proyecto, convencer a la capa política o financiera de que el proyecto puede cumplir los requisitos que presenta bajo unos indicadores tangibles, etc., para ello seguramente  hay que elegir y negociar con la comunidad que ha  construido el proyecto, lo  cual entraña muchas dificultades.
Otra dificultad a la que se enfrenta el plan es el tratamiento que se pueda dar a la cultura no comercial o alternativa.  En la mercantilización de la cultura se pueden producir determinadas prácticas, sin embargo otras  prácticas culturales  pueden quedar al margen de los circuitos oficiales y comerciales.
En el libro La receta de la industria creativa como motor de desarrollo menciona a la autora británica Kate Oakley, reflexiona sobre  algunos de los problemas y tensiones surgidos a raíz de entender “las industrias creativas tanto como una fuente de crecimiento económico como un elemento de inclusión social”  Kate Oakley y su crítica de las industrias creativas como modelo de precarización laboral y segregación social.
El tema de la precariedad está tratado en el blog: genealogia de la precariedad de Mónica Garcia

¿Marcó el Plan de Cultura un rumbo que marca las políticas urbanas y culturales en la actualidad?

El plan de Cultura ha estado muy marcado por las políticas urbanas y es aquí donde más se han producido conflictos.
Para Yúdice puede existir una relación entre el surgimiento de las clases creativas y  la especulación inmobiliaria que han producido en algunos casos una dualización demográfica agudizada con la crisis en algunas ciudades.
Los clusters de diseño por ejemplo pueden desplazar a clases menos favorecidas.
Una ciudad creativa no se consigue solo con edificios insignes y otras iniciativas como atractivo turístico  y crecimiento económico, sino también  fortaleciendo el tejido social.  Mediante la integración de los ciudadanos en el diseño de los  programas, para que la ciudadanía puedan innovar.
Los encargados de llevar a cabo este proceso de comunicación con la ciudadania son los gestores culturales, utilizando nuevos medios y las organizaciones vecinales.
La ciudad ideal es aquella  que cuenta con la participación de todos: gobierno, sector privado, ciudadanía, educación,  un alto grado de participación sobre todo de los jóvenes que es lo más difícil de conseguir para que se involucren en el diseño de las actividades culturales.
Can Ricart ha sido uno de los principales conflictos urbanos en Barcelona de los últimos años.
Es el tema de investigación de la tesis doctoral de Isaac Marrero «La fábrica del conflicto». Se trata el conflicto en torno a la fábrica, Can Ricart, afectada por un plan urbanístico municipal, el Plan 22@ para la renovación de las áreas industriales del barrio del Poblenou en Barcelona.  Aparentemente una cuestión urbanística, la controversia se ha desarrollado en realidad a múltiples niveles: patrimonial, jurídico, industrial, político. Ha dado lugar a un movimiento social de composición insólita (trabajadores, empresarios, académicos, políticos, artistas, okupas, vecinos) y con tanta capacidad de resistencia como propositiva. Ha servido también para plantear en la esfera pública cuestiones fundamentales para el presente y el futuro de Barcelona, como la participación ciudadana en el urbanismo, el lugar de la industria tradicional, el patrimonio industrial y la memoria obrera en la imagen de la ciudad, la economía de la especulación, el papel de los artistas y el sector creativo en el desarrollo urbano, o la crisis del proyecto de ciudad del ayuntamiento.
En la memoria colectiva está también la repercusión del Forum de las Culturas 04 cuyos  efectos  siguen siendo patentes. En el libro  ‘Repensar Barcelona’ de Josep Maria Montaner, encontramos esta información al respecto, escrita en el 2001, como un anticipo a la polémica que supuso.

El elemento esencial de confusión consiste en hacer coincidir dos hechos totalmente distintos: la remodelación del extremo más oriental de la ciudad y la invención de un nuevo tipo de foro multitudinario y mediático. […] Desde el punto de vista urbanístico y de integración a la ciudad, todo el conjunto del 2004 está entendido desde la autonomía de cada edificio: piezas aisladas sin ninguna relación entre ellas y mucho menos con el entorno.

Ante esta situación crítica, la cuestión clave consiste en reconocer cuál va a ser, en realidad, la identidad del Fòrum 2004, aceptando que se trata de una especie de gran fiesta –festival, feria, congreso y conjunto de espectáculos, una gran celebración para justificar y legitimar unas inversiones públicas en la construcción de infraestructuras y edificios en un lugar clave de la ciudad, allí donde se tensan hasta el extremo las líneas  de las rondas, la Diagonal, el frente marítimo y el río Besòs. En definitiva, ha derivado en una de estas fiestas que se organizan cuando se inaugura un túnel o un parque y que, en vez de durar un fin de semana, va a durar cinco meses.
En este sentido, es necesario reconocer lo que es realmente el Fòrum, rechazando las explicaciones oficiales, triunfalistas y prepotentes, que escriben con petulancia que “el Fòrum 2004 se constituye en un modelo de desarrollo ejemplar para la planificación de las ciudades del futuro” y admitiendo que hasta ahora ha fallado por la falta de debate urbanístico y por la marginación absoluta de todo el tejido asociativo y cultural de la ciudad.

El blog anastasiamediatica de Darío Fernández Faucón que analiza la Marca Barcelona a partir de los medios de comunicación, ahonda en el estudio de las políticas culturales. El siguiente fragmento es representativo de la visión de la arquitectura y el urbanismo:

Los medios lejos de realizar una crítica audaz, valiente y profunda sobre el concepto de Cultura como recurso, optan simplemente por polemizar con las disputas políticas subyacentes. Los medios son conscientes (pero no cómplices) de la creciente apatía urbana en relación a la euforia que quiere proyectar Barcelona, un sentimiento agotado y anacrónico que exige de revisión.
La arquitectura barcelonesa como síntoma de una Barcelona que persigue generar fascinación, prestigio internacional, aumentar su capital cultural y reinventar activos turísticos. Una Barcelona ensimismada que, junto a los no menos narcotizados medios de comunicación, asume a los ‘starchitects’ como una nueva raza creativa y de vanguardia que permite revestir de modernidad a la ciudad y regenerar barrios con dudosas operaciones urbanísticas.

Una prueba más de la importancia e inquietud que ha marcado las políticas urbanas y culturales, es cuando se puso de manifiesto en el editorial de uno de los principales diarios de la ciudad, un festival de arquitectura que permitió acercar a los ciudadanos muchos de los edificios y equipamientos de la ciudad, organizado por la iniciativa ciudadana.

EDITORIAL DE LA VANGUARDIA: 16-10-2010
Enseñar la Ciudad
Es una iniciativa loable la de la primera edición del Open House Barcelona, que permitirá durante este fin de semana que 130 edificios de Barcelona sean visitados en una especie de jornadas de puertas abiertas. La propuesta, que sigue el ejemplo de ciudades como Londres, Nueva York o Tel Aviv, pretende mostrar al gran público espacios cerrados o poco conocidos: desde sedes corporativas o equipamientos culturales, docentes y religiosos, hasta pisos particulares. Que Barcelona sigue siendo una ciudad atractiva está fuera de toda duda. Pero sucede que, muchas veces, es muy superior la imagen que tienen de la capital catalana los que nos visitan que quienes residimos en ella. La crisis económica, la percepción de que el proyecto municipal no ha encontrado un discurso creíble en los últimos años y, seguramente, un deseo de cambio en uno de los pocos ayuntamientos gobernados desde 1979 por el PSC como fuerza mayoritaria han desembocado en un palpable enfado de una mayoría  amplia de los ciudadanos. Pero Barcelona es, sin duda, una ciudad con futuro: por su capacidad para alumbrar ideas, por sus iniciativas empresariales, por sus permanentes ganas de reinventarse y por su empuje. Esa Barcelona que se construye entre todos, que en el exterior despierta envidia, que ha sido atractivo escenario de espléndidas novelas –anoche lograba el Planeta el novelista por excelencia de Barcelona, Eduardo Mendoza– se refugia en un segundo plano en épocas de desánimo, en las que el tono vital tiende al gris. La semilla de una gran Barcelona existe, aunque a veces parezca lo contrario. Debería ser voluntad de gobierno y oposición que el esplendor de antaño, alejado de modas que se han revelado como era previsible pasajeras y perniciosas, fuera el principal objetivo de los próximos años.

Reflexión Final

El Plan de Cultura de Barcelona está bien enfocado y tiene reconocidos algunos logros, como pueden ser la red de  bibliotecas y algunos equipamientos que han servido para rehabilitar el patrimonio industrial de la ciudad,  porque se han situado en antiguas fábricas como por ejemplo el actual campus de la Universidad Pompeu Fabra en Cal Aranyó.
Sin embargo para dar sentido a nuevos planes urbanísticos, a veces, se ha utilizado el construir por construir, casi sin pensar en el contenido. Por eso, es fundamental ayudar a instituciones culturales que ya existen y hacerlas partícipe. El principal objetivo debería ser el arraigo al lugar con el reconocimiento del tejido cultural civil que por otra parte ha sido tan importante en la ciudad durante años, conformando no solo impresinantes edificios como Santa Maria del Mar, el Liceu o el Palau de la Música, si no Ateneos populares como el Orfeó Gracienc o La Aliança del Poble Nou. La arquitectura no se puede desligar del tejido cultural, ni en su forma, ni en su función.
Una ciudad creativa no se consigue solo con edificios insignes para atraer el turismo cultural, sino fortaleciendo el tejido social que debería ser la principal fuente de innovación.
En el curso de arquitectura Rehabitar de la UPC se plantea esta cuestión: el del exceso de viviendas nuevas edificadas en los últimos años frente a las costumbre de abandonar edificaciones que dejaron de tener el uso para el que fueran hechas. «Podemos hacer nuevos y relucientes equipamientos culturales, pero éstos no harán desaparecer la sensación de deficiente gestión e ineficaces políticas que suponen no saber aprovechar lo que ya existe».

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